Foto tomada de Google
TRAVESURA INFANTIL
Me viene a la memoria, aquellos Veraneos de mi infancia.
Veraneábamos en Rota.
Y la "Pandilla" de amigos, de 10 / 12 años, solíamos hacer excursiones por los Pinares del ·Chorrillo" , lo que actualmente es la Base Naval de Rota y en ocasiones cogíamos un camaleón, que el que lo encontraba, se lo quedaba como mascota.
Una de las travesuras, era que le abríamos la boca y le poníamos un cigarro encendido y ya no había forma de quitárselo a medida que se lo fumaba, iba cambiando de color a un verde muy oscuro y al ponerlo en el suelo, al andar se tambaleaba, borracho del tabaco. Luego, pasado poco tiempo, se le quitaba el mareo.
En aquel tiempo, ni el Camaleón ni nosotros sabíamos que era perjudicial para la salud
¿Gamberrada infantil? quizás si, pero sin malicia.
Y además, al Camaleón le gustaba o eso creíamos.
¡Ah! y no había que alimentarlo, el solo se procuraba su comida, con aquel pedazo de lengua.
manolo
Pobrecillo.
ResponderEliminarHay que ver lo que discurríais. Años felices !!
ResponderEliminarLa de cosas tan traviesas que habrás hecho en tu vida. Menos mal que al camaleón se le pasaba la borracherra....jejejejeje.
ResponderEliminarUn abrazo
Precisamente me encuentro ahora no muy lejos de Rota. Todos loa años decimos que vamos a tomar el vaporcito de Cadiz para llegar hasta allí pero al final no nos decidimos......para que cambiar de playa teniendo la de la Victoria enfrente.
ResponderEliminarBesos
Me encantan estos bichos al igual que las iguanas.Estoy convencida que de haber sabido el camaleón lo malo que es el fumar no habría aceptado vuestro cigarrillo:-)
ResponderEliminarTodos hemos hecho travesuras de pequeños simplemente por divertirnos sin pensar si era malo o bueno.Saludos Manolo
¡¡Qué traviesillos!!.
ResponderEliminarEs bonito recordar esa época tan feliz.
Besitos.
Yo nací en la calle Alhondiga de Sevilla y en mi casa siempre había un camaleón entre las macetas del patio.
ResponderEliminarLa "gamberrada" del cigarro la hemos hecho todos. Hoy día me pesa, pero también hay que decir que nunca se nos murió uno por esa causa.
Un fuerte abrazo.
Curioso experimento, lo llamaría yo. Entonce,s pobre inocentes, no sabíais que el tabaco era malo, ni que podía matar a ese inocente animalillo. O quizá, quién sabe, lo mismo le gustaba y a partir de entonces buscaba colillas por ahí tiradas.
ResponderEliminarUn saludo
Hola Manolo, anda que ponerle un cigarrillo al animal, que traviesos que erais jeje, pero esos años son para eso verdad?, para hacer travesuras sin malicia ninguna, para ponernos serios ya vendrán otros años como los que tenemos ahora, me ha encantado lo que nos cuentas amigo:)
ResponderEliminarBesos.
Nosotros íbamos de pesca al puerto pescábamos "lorchos" y después de que fumara el pitillo con mucho estilo , al agua y hacia acrobacias durante un par de minutos sobre la superficie.
ResponderEliminar¡Que cosas pueden llegar a hacer uno el la juventud.
Abrazos
Cuando uno es joven hace cosas que luego ve que tal vez no eran de lo más hermoso, pero en ese momento era lo que tocaba.
ResponderEliminarBesos
Yo a camaleones no, pero las lagartijas y las ranas eran objetivo de nuestras travesuras (de gamberradas nada de nada). Inocentes eramos una jartá.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me has hecho sonreír Manolo, cuántas travesuras inocentes hemos hecho de pequeños!! Me ha hecho especialmente gracia que al animalito en cuestión le gustara el tabaco jajajaja. Una anécdota que recuerdo de mi infancia es que cuando tenía 10 años, me regalaron un patito pequeño y como me encariñé con él, no se me ocurrió otra cosa que llevarle un domingo a misa para no dejarse solo en casa... madre mía, la que se preparo cuando empezó a cantar... y se me escapó por la iglesia... ;) Un abrazo Manolo.
ResponderEliminarPobrecillo... son travesuras inocentes, pero qué cosas se hacen cuando se es joven. Verás: mi padre llevaba siempre en la gorra un camaleón de mascota, cuando estuvo en Marruecos y se camuflaba tomando el mismo color, casi ni se le veía. Pero nunca le dio un cigarro, digo, no sé, a lo mejor estoy equivocada.
ResponderEliminarUn respiro, Manolo, solo pido un respiro en este Madrid convertido en horno.
Abrazos.
Qué buen escrito y cuántos recuerdos me trae. La mejor edad, la de la niñez sin duda. Cariños y gracias.
ResponderEliminarQue gozadas eran esas travesuras...muy simpático relato ...creo que también fuimos un poco camaleón con nuestro primer cigarrillo...
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Cristina
Manolo, en esta anécdota has representado la curiosidad y deseo de experimentar de la infancia. A veces chusca, otras dolorosa y la más común... la de habernos sorprendido con el resultado de nuestra inquietud por conocer el universo que nos rodeaba. Así mismo hasta hoy, los científicos con su deseo de conocer,siguen experimentando, eso sí, imagino que en muchos casos no será tan divertido como el ver al camaleón andar zigzagueante.
ResponderEliminarUn gusto leerte.
Infinitas gracias querido y admirado amigo por hacernos participes de tus bellos recuerdos y simpáticas travesuras de infancia.
ResponderEliminarMiles de besinos de esta amiga que te quiere un montón y siempre te lleva en el corazón.
Hay amigo Manolo si eres malulo jajajaja yo recuerdo que mis hermanas y yo jugábamos, con los saltamontes hasta que me mordió uno por encerrarlo en la palma de la mano nunca más volví a tocar uno, son lindos los camaleones, nunca eh tocado uno una linda entrada amigo.
ResponderEliminarBesos feliz semana.
¡Anda! esa gamberrada la hacían por Murcia, en La Alberca, los chiquillos pero con los "morciguillos" (murciélagos), pero lo del camaleón cambiando de color y borracho ...eso si que es célebre.
ResponderEliminarSiempre cuentas anécdotas originales.
Un abrazo
A esa edad no se mide las consecuencias de una travesura. Me imagino que eran llenos de imaginación todo el grupo. Un abrazo.
ResponderEliminarVayaaaa en todos laos hacíais lo mismo, Paco también lo cuenta, pobrecitos, que malas ideas :))
ResponderEliminarQue pases buen día.
Un beso
Jajajaja que malos !!!! aunque mi hermana y mis primos en mi pueblo hicieron lo mismo pero con un murciélago jajaja. Que gamberrillos cuando pequeños. Besos
ResponderEliminarMás de uno hemos hecho algo parecido en la infancia, sino con camaleón sin con lagartijas, si eso ocurriera hoy en día, alguien consideraría que es maltrato animal y nos meterían un paquete de mucho cuidado. Eran otros tiempos, donde había camaleones, lagartijas e inocencia carente de maldad, lamentablemente de todo ellos va escaseando.
ResponderEliminarUn abrazo
Entonces ,¿ se lo preguntasteis?
ResponderEliminar:)
Un abrazo, Manolo, es broma.
Gracias por tu visita a mi blog, la verdad es que es muy bonito revivir de nuevo esas travesuras de la infancia.
ResponderEliminarUn abrazo.
hola manolo,primero me puse en la piel de pobre camaleon y senti pena,pero luego me puse en esa piel de ustedes los niños,con esa inocencia que nos caracteriza a todos en la niñez y hasta me dio ternura esta travesura jajajajjaj pobre del camaleon que caia en vuestras manos heeee jajajajja una linda historia amigo.
ResponderEliminarte mando un fuerte abrazo y feliz fin de semana!!!!!!
Hola Manolo
ResponderEliminarPobre camaleón!!! lo hacían fumar, debe haber sido divertido para ustedes verlo. Me da un poco de impresión el animalito. Todos cuando somos chicos hacemos mil cosas para divertirnos.
Un besito
Bueno, Manolo, yo creo que con esa edad y en esa época no se hacían las cosas con maldad , todos cuando hemos sido niños@s hemos hecho alguna que otra " fechoría" que la mayoría de las veces no perjudican a nadie . Me da penilla del camaleón pero debía estar gracioso con el cigarrillo .
ResponderEliminarUn abrazo grande .
Manolo desde siempre tu cabeza como la mia no pensaba nada bueno xd, ademas me imadino la dos partes, vosotros muertitos de risa, eso lo tengo claro, ¿pero el camaleon?, hoy ños niños con esa edad no saben divertirse. un abrazo drande
ResponderEliminarQue bien te quedó este recuerdo de infancia. Creo que a todos nos hiciste recordar nuestras propias travesuras.
ResponderEliminarMis primeros años los pasé en una parcela con vacas y luego, en una casa quinta en el pueblo de Buin. ¡Fueron los mejores años!
Gracias por la nostalgia y gracias también por tu comentario en mi blog. ¡Muy simpático! Lillian
Manolo ...Manolo,vaya niños mas tremendos pobres camaleones ya les enseñabas al vicio ,asi salian de mareados ...la verdad que los niños de pequeños haqcemos travesuras ...¡¡¡si yo te contara!!!uf era una niña muy femenina pero a las monjas del colegio las llevaba hasta un tatoncito en la ratonera cojido y se lo dejaba en su silla y la pobrecilla daba un grito ...bueno gracias por tu visita ,un placer
ResponderEliminarun saludo
Marina
Las travesuras de la juventud.
ResponderEliminarun abrazo
fus
ResponderEliminarQuien mire tus ojos verá el brillo de un nuevo amanecer
Y quien tome tus manos sentirá la caricia de un atardecer.
Este es el sentimiento que brota en el interior del ceibo en flor
y que me apetece compartirlo con el horizonte de la alborada.
Para que el fin de semana sea perfecto,
En armonía con el saludo del pensamiento…
Un breve saludo no carente
De mi aprecio y afecto hacia ti!!
Atte.
María Del Carmen
Gracias Manolo por tu visita y el paisaje de mi blog nada tengo que ver... lo encontre en Facebook no lo conozco tu dices que es idilico pues me alegra saberlo .
ResponderEliminarMarina
Hola Manolo, qué tiempos aquellos.
ResponderEliminarAhora, de hacer eso, nos fusilarían directamente, antes eran travesuras.
Nosotros cogíamos murciélagos y hacíamos lo mismo, les dábamos de fumar y el efecto es tal cual dices, se cogían un mareo que para qué y sí, parecían disfrutar. O eso creíamos.
Un saludo.
Había oído lo de cazar saltamontes, pero, ¿camaleones? eso nunca jejejeje. Espero que ahora no tengáis la misma costumbre de darles de fumar... Un besazo y gracias por venir a verme y que te gusten mis vales.
ResponderEliminarDe niño travieso EH?! pero que mascota más especial, Manolo aja,ja...
ResponderEliminarUn abrazo cariñoso y que estes muy bien.
Ay Manolo.
ResponderEliminarMenos mal que no sufría el animalito.
Cosas de niños traviesillos.
Un abrazo, Montserrat